Como muchas de las tradiciones y elementos de nuestro día a día, el origen de los trasteros provienen de la antigua Grecia. Según los hallazgos de la época, los griegos ya se preocupaban por organizar y ordenar todas sus pertenencias.
Ellos los llamaban “opistódomos” que literalmente quiere decir “detrás de la casa”. Concretamente: őπισθεν (opistho = detrás) y δόμος (domos = casa) . Eran unas cámaras que se situaban en la parte trasera de los templos y servían para guardar las reliquias, objetos de culto y ofrendas. Este tipo de habitáculos sólo se encontraban en los templos de mayor tamaño, como el Partenón.
Se accedía a ellos únicamente por detrás de los templos, no tenían comunicación directa con la sala principal. La clase de objetos que en ellos se almacenaba, hacía que tuvieran acceso un número reducido de personas, la seguridad era muy importante. En fechas señaladas, las piezas se sacaban del trastero para exponerlas en el templo, así todos podían contemplar las riquezas almacenadas.
Con el tiempo, esta costumbre fue adoptada por los ciudadanos con mayor poder económico, guardaban sus riquezas y de vez en cuando las exponían en sus jardines o dependencias del hogar. En la antigua Roma, el opsitodomos pasó a llamarse posticum y ya no se aplicaba únicamente a los templos, designaba el habitáculo posterior de la casa de cualquier particular.
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